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El pionero del siglo XIII en la encrucijada de la fe y la ciencia

Alberto Magno (Alberto el Grande; c 1200 - 1280) fue uno de los pensadores más universales que aparecieron durante la Edad Media. Escribió sobre botánica, astronomía, química, física, biología y geografía, e hizo contribuciones originales a la lógica, la psicología, la metafísica, la meteorología, la mineralogía y la zoología. Hizo mapas y cartas, experimentó con plantas, estudió reacciones químicas, diseñó instrumentos para la navegación y realizó estudios detallados de aves y animales.

Los prolíficos escritos de Alberto incluyeron comentarios sobre las obras de Aristóteles y otros pensadores clásicos, así como sobre los filósofos árabes cuyos textos se reintrodujeron en las universidades europeas durante el siglo XIII. Además de escritos científicos y filosóficos, Albert escribió numerosos comentarios bíblicos y otras obras teológicas. Su comprensión de diversos textos filosóficos le permitió construir en su Summa Theologica, una de las síntesis más notables de la cultura medieval. Su premisa, que la fe y la razón no son fuentes de conocimiento incompatibles, sirvió de inspiración para la principal obra de su alumno más famoso, Dominican colega y amigo Tomás de Aquino.

Orígenes alemanes

Albert nació en la ciudad bávara de Lauingen. Su padre, miembro de la pequeña nobleza, pudo enviar a su hijo a estudiar a Padua, Italia, donde mostró un intenso interés por los fenómenos naturales y la teología. En 1223 fue recibido en la Orden de Predicadores (Dominicans), y fue enviado al priorato de Colonia, que siguió siendo su hogar durante una larga carrera de erudición, escritura, viajes y enseñanza.

Como estudiante en la Universidad de París y luego como profesor, Albert descubrió que el “nuevo aprendizaje”, basado en la filosofía y la ciencia griega y árabe, despertó una controversia desconocida en los centros de aprendizaje alemanes. Realizó varios proyectos de escritura que mostraban la relación de estas obras antiguas con la enseñanza cristiana. Durante este período, Alberto era conocido como Alberto Teutónico (Alberto el Alemán), hasta que Roger Bacon lo apodó "Magnus".

Influencia europea

Albert sirvió cuatro años como provincial de habla alemana. Dominicans, lo que implicó visitas a los más de 56 prioratos y conventos en un área que incluía una misión tan lejana como Riga (ahora capital de Letonia). Viajaba siempre a pie, deteniéndose a menudo para examinar los fenómenos naturales, y pasaba largas horas en las bibliotecas de las casas que visitaba, copiando los libros que le resultaban nuevos. A medida que su fama crecía, Albert fue llamado a mediar en disputas teológicas, crear nuevos planes de estudio, dirigir conferencias y defender el nuevo saber científico. Su habilidad como árbitro y pacificador le valió asignaciones papales para una serie de tareas eclesiásticas y diplomáticas, incluido su nombramiento como obispo de Ratisbona en 1260, una diócesis en crisis espiritual y financiera. Después de tres años de reforma y estímulo, Albert pidió ser relevado del cargo y volvió a la docencia.

La muerte de Tomás de Aquino en 1274, fue una gran tristeza para Alberto, quien declaró que “la luz de la Iglesia” se había apagado. Se dice que en los años siguientes no podía contener las lágrimas cada vez que se mencionaba a Thomas.

Importancia universal

Alberto Magno murió el 15 de noviembre de 1280 y fue enterrado en Colonia. En 1931 fue declarado santo y doctor de la Iglesia, y en 1941 fue nombrado patrón de las ciencias naturales. La grandeza de Alberto no reside sólo en su fidelidad a la religión cristiana y Dominican visión, ni en la brillantez de su trabajo erudito, ni en la amplitud de su intelecto, aunque estas cualidades eran verdaderamente notables. Pero, con una perspicacia inusual en su época, Albert dirigió su estudio científico y su enseñanza con la creencia de que "el objetivo de las ciencias naturales no es simplemente aceptar las afirmaciones de otros, sino investigar las causas que actúan en la naturaleza". (De mineral.11, tr.2, c 1)